Esta novela de René Avilés Fabila es como una canción compuesta de notas y bemoles, inspiradas en Odette, una mujer llena de misterio y magia que vive de noche, rodeada de juventud maquillada y recuerdos, que se sabe bella y mortal.
A su alrededor los demás personajes como Enrique y Silvana: Sergio y Javier Guerrero tejen sus vidas. Un tiempo juntos, otro tiempo separados.
El autor juega con el presente y el pasado, de un momento a otro aparece la fantasía que muchas veces es rebasada por la propia realidad. Entre citas de pinturas y pintores famosos, así como de canciones y libros clásicos o conocidos se desenvuelve la acción donde el escenario principal es la casona de Odette.
Con un lenguaje claro el relato se convierte en una crítica a las apariencias y rescata sentimientos humanos como la amistad, los celos, la hipocresía y el amor. La historia se llena de un olor característico que puede ser percibido por el lector, imprimiéndole así un sello propio. René Avilés Fabila no pierde el sentido irónico, ya que forma parte de su estilo y de vez en cuando satiriza para recordamos que en la sociedad como en su novela hay quien "tiene la ignorancia del proletariado que pretende defender, todos los defectos de la clase media, la estupidez de la gran burguesía y la fealdad de las clases sociales".
A través de las líneas y las frase, los diálogos y los lugares extraños, esos que sólo pueden ser visitados de noche, Odette y sus amigos nocturnos viven, narran, existen como en una caja llena de sueños, algunas veces sobrios y otras emborrachados por su esencia.
La estructura de la obra se compone de capítulos sin título; algunos largos, otros pequeños y todos contienen un ingrediente de continuidad, el hilo conductor que jala es la duda. Con un final sorpresivo el autor logra unificar dos mundos, dos realidades que convergen en un punto cercano al mar.
* Publicado en la Revista Universo de El Búho. Número 43 Julio 2003.
