René Avilés Fabila  René Avilés Fabila

La representación de la noche en la actual narrativa mexicana (1960-1990)*

Angélica Arreóla Medina

En el principio se enfrentaron los contrarios, las fuerzas opuestas,
empezó el juego entre el alba y la noche, entre la luz y la oscuridad,
entre el calor y el frío, entre la vida y la muerte. (El Popol-Vuh)

En este juego de opuestos, priva la idea de que la noche -que antecede al día- ha precedido la formación del mundo, tradicionalmente la noche también significa el caos, la muerte, el sueño, la eternidad, lo femenino, el tiempo de las gestaciones, así como lo indeterminado y los pensamientos oscuros.

En la literatura la dicotomía noche-día se encuentra presente, desde el mito de la creación mesoamericana, hasta la narrativa actual, con una fuerte carga semántica.

Nos ocupa en este trabajo encontrar estas significaciones en obras de algunos narradores mexicanos (cinco cuentos y una novela, publicados en las últimas cuatro décadas de nuestro siglo) que han utilizado este símbolo como medio para representar una realidad opuesta a la diurna.

Ante esto surge la interrogante ¿qué representa la noche para estos creadores? Si partimos de la hipótesis de que el lenguaje literario expresa diversos significados y crea nuevas configuraciones sobre la realidad que representa, se puede considerar que, por consiguiente, encierra múltiples significaciones y que a la vez, en los textos analizados, demuestra notables coincidencias.

Paralelamente al simbolismo tradicional, en algunas de estas obras la noche representa la soledad, el silencio, las sombras, las ideas oscuras y el misterio, en contraposición al día en donde predomina la claridad, el bullicio, la cotidianidad y hasta el automatismo.

En el cuento "La noche" de Juan García Ponce hallamos que el protagonista se da cuenta, a través de su mirada nocturna, que su vida aparentemente feliz es monótona y sólo el deseo de lo prohibido que ahora le muestra la noche le dará sentido a su vida:

varias noches esperé desde mi ventana alguna nueva señal. Esta se presentó, tal como lo temía y deseaba oscuramente, por la noche, cuando las sombras, la soledad y el silencio contribuyen a que todo parezca natural, aunque en realidad la esencia misma de la oscuridad no hace más que aumentar el carácter monstruoso de los actos que propicia, revelando su verdadera procedencia, tan negra y maligna como ella.1

Lo anterior significa que la noche trae consigo la afloración de emociones y sentimientos escondidos durante el día.

En esta obra hay además una negación del día, que al mismo tiempo implica la configuración de una nueva forma de ser, lo cual connota que el día representa la vida cotidiana y la noche, esos viejos resabios,componentes de nuestra cultura.

La dicotomía noche-día se enfatiza en el cuento a través de los siguientes recursos: los ruidos y el bullicio representan al día, mientras que el silencio, a la noche; sin embargo el estrépito que ocasionalmente rompe el mutismo de la noche y los murmullos indescifrables que invaden al día, trastocan al día en noche y a la noche en día.

Otro elemento que contribuye a resaltar lo anterior es el constante juego de luz y sombras, esto es, la utilización de la técnica teatral en donde los personajes salen a escena en las habitaciones encendidas y desaparecen cuando la luz se apaga.

Por otro lado encontramos que la noche se utiliza recurrentemente para simbolizar la muerte en autores como Guadalupe Dueñas, José Revueltas y Agustín Monsreal, aunque con un planteamiento distinto en cada uno.

En el cuento de Revueltas, "Noche de epifanía",2 se relata una noche de guerra dentro de "una ciudad muerta, apagada, acechante" en la cual, ante el temor de la muerte, pues "una nunca sabe lo que ocurrirá mañana", se despiertan las pasiones y surge nuevamente la muerte; ya no la que produce los bombardeos nocturnos, sino la que provoca la ciudad en
tinieblas.

En el relato se desarrollan tres historias que confluyen en un sótano que anida la muerte, relatadas en contrapunto. En ellas privan las constantes: muerte, deseo, noche y guerra, imbricadas entre sí y que tamizan la oposición religión-sexualidad, que puede ser interpretada como la transgresión de la moralidad religiosa; el surgimiento del deseo entre
dos monjas y el morbo de un sacerdote ante el cadáver de una mujer, lo ponen de manifiesto; todo ello propiciado por la guerra y amparado por la noche:

La oscuridad se hizo insufrible, lenta, reptante, solitaria, como si el mundo hubiera desaparecido. Ambas se habían tomado las manos y se oprimían con una ansiedad colérica, hundiéndose mutuamente las uñas. (p. 63)

En "Tiene la noche un árbol" 3, Guadalupe Dueñas nos narra la historia de un amor truncado por la muerte de una joven, la señorita Silvia; en ella se advierte la presencia de un hombre vestido de rojo que ocultaba su tristeza tras un árbol. Ahí podemos encontrar la oposición de la pureza simbolizada por lo blanco del féretro, de las flores y del vestido, con el pecado, representado por el saco escarlata del hombre. Todo ello amparado por la noche: "Un hondo repique pone de luto la madrugada.

"Ruedan murmullos negros por las calles". A su vez la relación noche y muerte se reafirma con la presencia de lo negro que simboliza ambos elementos.

También para Agustín Monsreal la noche representa la soledad, la oscuridad y el miedo. "La noche de los copos rojos",4 que relata la vida sombría de una familia azotada por la vergüenza y el temor a la deshonra, nos remite al binomio castidad-pecado, que está en estrecha relación con el símbolo de la noche. La noche "es la voz de la deshonra, de la maledicencia y de los malos recuerdos", nuevamente representando los atabismos sociales. A su vez significa el encierro, el silencio y la soledad:

Algunas veces - cuenta el protagonista -, mi madre me permitía estar allá arriba hasta la noche y, entonces yo me daba gusto mirando cuántas y cuántas estrellas cabían en el inalcanzable mutismo negro. Otras me arrebujaba en la oscuridad absoluta del baño y ahí me estaba, oyendo cómo se filtraban en el silencio los acentos mansos de los grillos y los apremiantes zureos de las palomas invisibles, (p. 320)

Asimismo la noche propicia el acercamiento prohibido como producto del encierro, primero entre los dos hermanos, luego entre la madre y el hijo como "un refugio blando contra la soledad, [como] un encuentro fugaz con el asombro" (p. 322). Al mismo tiempo, para Monsreal, la noche posibilita la libertad: "La Pardo", quien "por las noches [...] brillaba
como una luciérnaga gigante", le ofrece al narrador una alternativa de vida.

En este sentido, en las siguientes obras la noche significa enfrentar o vivir de una manera diferente la realidad, que se opone a la vida cotidiana y rutinaria, ya sea trastocándola, evadiéndola o inventando una nueva.

Tanto en La canción de Odette de Rene Aviles Fabila, como en el cuento "Alcira" de Rafael Ramírez Heredia5 las protagonistas se identifican con la noche, llevan una forma de vida durante el día -una duerme, la otra es agente de viajes- y otra distinta por la noche, ambas abrevan de la sabia nocturna, aunque se manifiestan de manera distinta.

Durante la noche, Odette recorre la ciudad de México buscando "sus secretos y misterios" que sólo la noche le podía otorgar:

Sin duda lo más sorprendente de Odette era su capacidad para trastocar la realidad. Una noche nos mostró la portada de la Flauta Mágica:

ahí estaba The Queen of Night. La reina viste de negro, sus ropajes tienen estrellas y nubes oscuras y espíritus la rodean. Señalando los vestidos dijo: Con ellos es posible (pero nada más durante la noche)

realizar imposibles como ser invisibles y evitar la realidad. Por ello lo mejor es utilizar las ropas de reina nocturna para ser invisible y entonces ir oyendo conversaciones privadas y presenciando escenas inauditas.(La canción de Odette, p. 15)

La búsqueda de mecanismos para romper la cotidianidad hace que la subjetividad se convierta en una visión objetiva de las cosas vividas en largas caminatas a través de la noche, buscando "pasar emociones fuertes".

Podríamos interpretar a Odette como el medio por el cual se revela la noche, ella es capaz de ir a su encuentro y crear una relación de complicidad, ella participa a sus acompañantes del mundo nocturno y mágico que representa.

Alcira -tras renunciar a su boda- deja la ciudad para vivir el calor de la noche porteña, ahí preside las noches húmedas de vodka, sahumadas de marihuana y el deslizamiento de manos y de las bocas por los cuellos que testifica con su mirada aprobadora. Al igual que Odette, es contadora de historias. Ambas han formado un feudo del cual participan y sancionan y que protegen -como la noche que simbolizan- de las normas y las crítica sociales.

Tanto en Alcira como en Odette la noche es alternativa para romper con viejos atavismos sociales y poner de manifiesto su otra naturaleza, saliendo de sí mismas y amparadas por la fortaleza del grupo cerrado que presiden y de los lugares de reunión que son el departamento y la casa de ellas mismas.

A través de nuestro análisis también observamos el empleo de recursos semejantes para apoyar la significación de la noche. Por ejemplo, el hecho de que la noche permite la invisibilidad, esto es introducirse en la realidad nocturna y atisbar -a través de las ventanas- ya sea lo que ocurre en las calles o bien la intimidad de otros: así el narrador de García Ponce espía todas las noches el departamento vecino, desde su ventana, semioculto tras un sillón y mientras su esposa e hija duermen; el personaje de "La noche de los copos rojos" ve todas las noches -a través de la ventana -el girar de la sombra de su madre entre los tulipanes; Alcira tiene ventanas pequeñas para evitar pasar la miradas extrañas "sin tener la molestia que alguien en las noches la espiara" y Odette utiliza las ropas de reina nocturna para "ir oyendo conversaciones privadas y presenciando escenas inauditas".

En relación a ésta, otra idea recurrente es la de las habitaciones erigidas como fortalezas, la insistencia en los interiores y exteriores; las casas que impiden el paso de las miradas como ocurre en el relato de Ramírez Heredia y en el de Monsreal donde "los muros altos y densos encajonaban el eco de los pasos, de las voces", así como el insistir en el patio en donde confluyen los vecinos (García Ponce, "La noche"), el patio que se identifica con el pueblo, así como la casa con la familia ("La noche de los copos rojos") y por otro lado el sótano en "La noche de epifanía" que protege un poco -pues tiene luz- de las tinieblas del exterior, ejemplifican esta idea.

Una tercera constante es la representación de la noche como mujer, recordemos la simbología de algunas cosmogonías que la identifican con lo femenino y la fertilidad. Mientras que Alcira y Odette son la noche misma, en los otros relatos, si bien la protagonista no es una mujer, el motor de la historia, en relación a la noche, es siempre la mujer.

Para concluir este trabajo, que no quiere decir el final de la investigación, consideramos que los textos analizados se desarrollan, respecto a la representación de la noche, en torno a tres ejes temáticos:

1) La posibilidad que ofrece la noche para crear una realidad aparte y que en este sentido ofrece una alternativa de vida;
2) Que la noche significa el despertar de las pasiones, el deseo y la sexualidad, y en general el desvanecimiento de las ataduras sociales;
3) La identificación de la noche con lo indeterminado, es decir, la muerte, el miedo, la soledad y el silencio.

Los narradores recurren a la noche para reflejar una realidad inherente a las particularidades de la actual vida urbana: "Ahí uno, con un poco de perspicacia, podía encontrar problemas, angustias, relaciones amorosas fallidas, conflictos pasionales y una larga serie de protagonistas".

NOTAS

1 Juan García Ponce, "La noche", en La noche (México: Era, 1963), p. 150.
2 José Revueltas, "Noche de epifanía", en Dormir en Tierra (México: Era, 1971).
3 Guadalupe Dueñas, "Tiene la noche un árbol", en Tiene la noche un árbol (México: Fondo de Cultura Económica/SEP, 1985; Lecturas Mexicanas, Primera Serie, 82).
4 Agustín Monsreal, "La noche de los copos rojos", en Gustavo Sáinz, Jaula de Palabras (México: Grijalbo, 1980), pp. 318-30.
5 Rene Aviles Fabila, La canción de Odette (México: Fondo de Cultura Económica/SEP, 1985; Lecturas Mexicanas, Segunda Serie, 11), y Rafael Ramírez Heredia, "Alcira", en El Rayo Macoy y otros cuentos (México: Fondo de Cultura Económica/SEP, 1986; Lecturas Mexicanas, Segunda Serie, 51).

* La representación de la noche en la actual narrativa mexicana (1960-1990) UNAM. México
AIH. Actas XII (1995). Actas XII. AIH. La representación de la noche en la actual ... ANGÉLICA ARREOLA MEDINA
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