René Avilés Fabila  René Avilés Fabila

La canción de Odette*

Elsa Cano

Cuando tenemos el deseo de leer, nos aislamos; es decir, que comenzamos una especie de juego con la soledad. A continuación ponemos el cuerpo rígido y nos acercamos a la luz de una buena lámpara. Queda así iniciado un pequeño rito, el rito de la lectura.

Para leer a René Avilés Fabila hay que saber preguntar y encontrar las respuestas en su narrativa. El teatro, la llamada literatura dramática, cuando llega a las manos de un determinado director y despierta su interés; cuando este director decide poner la obra en escena, sucede un fenómeno, especial: es como si se hiciera la lectura en voz alta del drama escrito. De hecho así se realizan los primeros ensayos. En ocasiones esta lectura tiene lugar frente al dramaturgo, frente al creador; pero esta situación sólo puede darse con el teatro. El escritor de novelas, el hacedor de cuentos, nunca sabe de qué forma, bajo cuál criterio se leen sus obras; y a pesar de que la literatura presenta una realidad y la recrea mediante la experiencia o la vivencia, relatando de esta forma el testimonio humano; no se debe olvidar que la literatura no es una vía de conocimiento.

La literatura fantástica, entre muchas otras cosas, hace reales nuestros sueños. Avilés Fabila escribe para dejar constancia de sus mitos personales y de su época. Porque todos tenemos además de nuestra biografía personal, una biografía social y a esto se refiere Avilés Fabila en su novela El gran solitario de Palacio; porque el año de 1968 nos afectó a todos: a los jóvenes ilusionados y sensibles, a los viejos, a los intelectuales maduros, a los incrédulos, a los militantes de partido, a todos. El yo social de Avilés Fabila escribe a través del yo creador independientemente de si este escritor lo quiere así o no. Los personajes de El gran solitario de Palacio son hombres pero también son símbolos y por eso emocionan (Sergio Montoya y el Cachuchas por ejemplo).

RAF sabe todo acerca de sus personajes pero no todo acerca de la sicología de ellos y esto enriquece tanto esta novela como el resto de su narrativa. Lo importante de las novelas de RAF no está solamente en la historia, en la anécdota, sino en la forma que emplea para contar esas historias. Tiene este escritor, integrante de la hoy llamada Generación Mester, una cierta tendencia para hacer literatura de la literatura misma y más que presencias o influjos, Avilés tiene lo que yo llamo resonancias espirituales; así es el caso de Borges y El libro de los seres imaginarios con Los animales prodigiosos de René Avilés.

Oscar Wilde y El retrato de Dorian Grey viven en La canción de Odette pero no se perciben en forma obvia, sólo si se rastrean, se puede aspirar el perfume de ambos.

Odette es una mujer muy bella que se niega a envejecer y se rodea de jóvenes para jugar a que ella también lo es. No aporto ninguna novedad al decir que en esta novela se fusionan el tema amoroso, que es una de las constantes en la narrativa de RAF, y la sátira política y cultural. Para lograr esta aleación son necesarios el talento narrativo y la inteligencia política que Avilés posee.

El ritmo vital, burbujeante, lleno de coquetería que invita a leer de prisa La canción de Odette se debe a que en la novela se integran diversas técnicas de construcción en sólo ciento trece páginas. Como dice Georg Lukacs "el proceso, que es la forma interna de la novela, es el camino del individuo problemático hasta sí mismo, el camino que va desde la oscura prisión en la realidad simplemente existente, heterogénea en sí, sin sentido para el individuo, hasta el autoconocimiento claro". 1 Este proceso que señala Lukacs es la evolución que ofrece Odette, quien opta por el suicidio antes que permitirse llegar al lastimero estado de no poder valerse por sí misma. Odette, como dice E. M. Forster, es un personaje modelado, redondo, porque ofrece "una complejidad muy acentuada"2; por el contrario, Enrique, el marido de Silvana, es auténticamente un personaje plano porque "no altera su comportamiento en el curso de la novela y, por consiguiente, ningún acto ni reacción suyos pueden sorprender al lector".3

Muy bella es la metáfora que nos regala RAF de la casa que Odette da como presente de bodas a Silvana y a Enrique. Este inmueble se debe regar, cuidar, ponerlo al sol para que crezca; pero el desamor, la soledad, el inexorable paso del tiempo, las discusiones, los celos y la muerte le ocasionan estragos irreparables a la pequeña mansión. Es necesario abandonar la casa porque ésta se marchitó; Odette le dio a esta joven pareja, el regalo de la vida, les donó la existencia misma imbuida en su presente; pero ninguno de los dos se dio cuenta.

Para Lukacs "la novela es la forma de la aventura, del valor propio de la interioridad; su contenido es la historia del alma que parte para conocerse, que busca las aventuras para ser probadas en ellas, para hallar, sosteniéndose en ellas, su propia esencialidad". 4 Odette va por el mundo aprendiendo a conocerse, en busca de aventuras; en éstas logra ella probarse a sí misma y a través de estas pruebas conoce su personal medida y descubre su propia esencia. Por lo tanto La canción de Odette es una novela que cumple con las exigencias que impone la teoría de la novela moderna.

El sentido del humor de RAF hechiza, entusiasma porque no sólo divierte sino que sorprende; baste mencionar solamente los pasajes que contienen las desmitificaciones de los aplaudidos héroes de historietas para niños: Tarzán ama a Chita, Daniel Boone está enamorado del último de los mohicanos, Batman le pega a Robin, Toro y el Llanero Solitario son amantes, y la kriptonita excita a Superman. Finalmente, cabe señalar, que los recursos de Avilés Fabila para enriquecer su literatura fantástica han sido utilizados por otras personalidades. Concretamente en La canción de Odette, Peter O'toole y Elizabeth Taylor, son invitados a salir de la pantalla, porque tanto Silvana como Enrique, el matrimonio amigo de Odette; piensan que las estrellas Hollywoodenses deben de estar cansadas ya de ser todas las noches Lawrence de Arabia y Cleopatra, respectivamente. El cineasta Woody Allen hará lo mismo años más tarde de la publicación de esta novela mexicana, en su película La rosa púrpura del Cairo. La severa crítica, enriquecida con lacerantes ejemplos que hace RAF hacia la podrida burguesía mexicana, ilumina al lector para que aprecie que una vez que Enrique ha conquistado la madurez emocional, tanto Odette como Silvana nunca podrán apartarse de su vida, ya que la primera es el amor, así en abstracto, y la otra es la prudencia, la fuerza, la comprensión, la capacidad que da el fluir del tiempo para que podamos resolver nuestros problemas íntimos.

Notas:
(1) Georg Lukacs. Teoría de la novela. Grijalbo. Méx. I985. p. 347.
(2) Aguilar e Silva Vitor. Manual de teoría de la novela. Gredos. Madrid. 1979. p. 210.
(3) Idem. p. 210.
(4) Lukacs. op. cit. p. 356.

* Publicado en el periódico Excélsior. Sección cultural El Búho. Domingo 24 de junio de 1990.