René Avilés Fabila  René Avilés Fabila

Honestidad y Literatura*

Humberto Musacchio

Hoy voy a invadir el campo que generalmente surcan los compañeros Alejandro Miguel y René Avilés Fabila. Quiero referirme a un libro que es muestra del valor cívico y crítica social; que es un vigoroso ejercicio de la libertad y una obra literaria que se ubica sin miedo y sin trampas en el mundo convulso donde vive su autor.

La Obra se llama El gran solitario de Palacio y el autor es, precisamente René Avilés Fabila, a quien los pacientes lectores han visto exponer sus puntos de vista, sobre diversos problemas, en esta página que ha sabido acoger, de manera amplia y generosa, las inconformidades y disidencias de nosotros los colaboradores.

El gran solitario… presenta en forma novelada esa tragedia inmensa que conocemos como 1968 mexicano. Resulta oportuno referirnos a ella porque acaba de aparecer su primera edición mexicana. Una publicación anterior se realizó en Buenos Aires agotándose en pocas semanas los miles de ejemplares que vieron la luz. Fabril Editora, la casa que la publicó, quebró al poco tiempo y por eso tuvo que ser otra firma la que la volviera a editarla. Esta firma es mexicana y ello muestra que la autocensura empieza a desterrase en México.

Pero volviendo a los hechos que se tocan en la novela, hemos de decir que la inscriben en uno de los géneros más ingratos de la literatura: el político. Todos sabemos que pocas obras que abordan la realidad, el poder y la opresión han tenido éxito. Si la política es ingrata muchas veces con las que la ejercen profesionalmente, más todavía lo es con aquellos que asumen una posición contestataria en la creación artística.

El gran solitario… se ha encontrado con la ingratitud que significa el silencio, con la complicidad que encierran las actitudes de algunos “críticos” interesados, o de aquellos que en nombre del artepurismo se resisten a dar por buena la literatura que olvida la intimidad y la churriguera. René es directo en el lenguaje y agresivo en su forma de decir las cosas. Toda su obra ha sido un combate permanente contra la impostura, contra la inteligencia que desprecia las luchas sociales porque es incapaz de ver en ellas otra cosa que contaminantes de su arte “inmaculado”

René Avilés acusa, señala culpables, denuncia con pasión furiosa la mugre y la bestialidad que ensucian nuestra vida social. Para él, como para muchos ciudadanos, los muertos de Tlatelolco merecen algo más que lágrima hipócrita y la lamentación que se niega a concretar responsabilidades. La tiniebla que cayó sobre la Plaza de las Tres Culturas y sobre la vida pública mexicana exigen actitudes viriles y honestas. René Avilés las adopta sin dobleces en este libro amargo.

Pero no se crean que esas páginas son el canto plañidero de un militante desilusionado. No el escritor que hay en René, con oficio y sinceridad dan un tratamiento humorístico a los hechos para que la burla acabe de situar a quien se dio muerte ante la historia.

Una mezcla bien dosificada de humor explosivo de decir efectivo -no efectista- y honda y desgarradora franqueza, eso es El gran solitario de Palacio. México lo podrá conocer ahora que el libro se edita aquí. Es una obra de creación donde la realidad -materia prima de la literatura- se levanta con la fuerza que por sí misma tiene y con el poder que sólo puede darle un escritor entero.

Contra los que reniegan de su tiempo y su realidad queda ese libro. Su valor no lo pueden dar más que los lectores capaces, por sensibilidad e identificación, de asumir plenamente la verdad que ahí se recoge. No serán los amantes de la exquisitez ni los buscadores del elogio gratuito quienes se emocionen, serán los hombres y mujeres que caminaron de cara al futuro.

*Aparecido en Ovaciones página 5. Miércoles 27 de febrero de 1975.