René Avilés Fabila  René Avilés Fabila

Once miradas sobre la obra de René Avilés Fabila

De cómo vino René y cómo aún no se ha ido antihomenaje

Carlos Ramírez

a Mily

yo tenía entre trece y diecinueve años y no permitiré que nadie diga que es la edad más hermosa de la vida, escribí escribiendo a paul nizan en un libro que me recomendó mucho tiempo después david huerta, bueno, tampoco era de lo peor, yo vivía en oaxaca y oaxaca era entonces una aldea de muchas casuchas distribuidas alrededor del zócalo de la ciudad, mi casa estaba a cuatro cuadras del zócalo y, sorpréndanse, no tenía pavimento; pero no vengo a hablar de mí sino de rené avilés fabila en uno más de sus tantos homenajes, y hablo porque yo lo conocí primero a través de la lectura de sus libros, cuentos y novelas, que disfruté cuando trabajaba en el heraldo de méxico como redactor de boletines para convertirlos en notas más o menos publicables pero sin dejar de reconocer que era, en aquellos comienzos de los setenta, un nivel bastante bajo del periodismo nacional que se había vestido de gloria en el reinado priísta de entonces, que entonces sí era reinado y no como ahora, porque era más o menos mil novecientos setenta y dos y el país entraba con euforia a la monarquía sexenal de echeverría, y en la redacción estaba también mily, a quien conocí entonces, y ella aprovechaba los tiempos muertos entre boletín y boletín para leer cuentos, novelas y poesía y ahí me aferré a una parte de mi vocación con las letras, la literatura pegada al periodismo, aunque había leído pocos libros, poquísimos, casi ninguno, pero me había prometido con mi amigo fabiolo, de la prepa en oaxaca, que yo sería algún día un escritor consumado, por eso me encantó esa relación porque mily me recomendaba libros y yo los leía con avidez, y ahí descubrí, por ejemplo, al boom latinoamericano, primero a garcía márquez, luego a vargas llosa y finalmente a cortázar, luego me desencantó el colombiano, el argentino se desvió ya de grande hacia la literatura política y me quedé al final con el vargas llosa que llegué a criticar, háganme ustedes el favor, por sus textos conservadores y, dios me libre ahora, su ruptura con cuba;

pero ése es otro cantar

ahí comencé, pues, mi relación con la literatura;

y les pido me perdonen porque aquí venimos a hablar de rené avilés fabila pero no coman ansias, pronto llegaré a ese punto, porque antes me encontré con la literatura mexicana en general, a carlos fuentes que me gustaba antes y hoy ya no y a otros, hasta que en una librería compré un libro que me metió de lleno a la literatura del tal avilés y amigos que entonces lo acompañaban, un librito de portada café titulado de los tres ninguno y que recopilaba cuentos e historias de rené, josé agustín y gerardo de la torre, y ahí me quedé plantado en aquellos años de mil novecientos setenta y dos y mil novecientos setenta y tres y no los volví a soltar, abrumado por su estilo y su temática, los he venido siguiendo ahora con mayor sentido crítico pero siempre con esa fidelidad de aquel entonces tan lejano año de nuestro descontento;

y fue entonces, por cierto, una lectura más o menos a fondo porque casi todos los libros de los tres, más el gustavo sáinz que se agregó años después, pasaron la prueba de los muchos cambios de casa y ahí están, ahí está, como la puerta de alcalá, el de los tres ninguno como puerta de entrada, aunque no sé si tenga algún valor pero varios de esos libros los tengo a la fecha en su primera edición y no los vendo, y algunos de ellos con anotaciones al margen, al principio y al final, algunos con tinta roja y otros con tinta sepia, frases a veces contundentes que quisieron indagar entonces algo que yo decía con voz de profeta desempleado al que nadie pelaba entonces

obvio, ¿no?

pero que debía tener pues voz de profeta diciendo que esos muchachos iban a llegar más alto, aunque cuando publicaron sus primera obras yo tenía menos años que los de nizan y de todos modos no era feliz pero tampoco sufría demasiado, porque ellos publicaron sus primeras obras de mil novecientos sesenta y cuatro a mil novecientos sesenta y nueve yo los descubrí en mil novecientos setenta y dos, y me acuerdo que luego del libro de los tres me sacó de onda la tumba de agustín, releí dos veces gazapo, me encantó ensayo general de gerardo y a avilés fabila lo descubrí como novelista años después de todo, y no puedo explicar por qué entonces no lo busqué como a los demás;

porque a avilés fabila realmente lo pulsé a fondo en mil novecientos setenta y cinco, cuando yo había dejado el heraldo de méxico y yo estaba trabajando en el periódico el día de enrique ramírez y ramírez, sin parentesco alguno, porque yo quería entrarle de lleno al periodismo político y en el heraldo me daban mucho espacio pero estaba de hueva cubriendo primero policía, luego las fuentes de salud y terminé, por el milagro de purgas relacionadas con la fundación frustrada de un sindicato, en la fuente de la presidencia de la república escribiendo crónicas echeverristas, y por eso me pasé a el día donde se hacía un periodismo más político, y era cierto porque ahí me relacioné con muchos asilados latinoamericanos de izquierda, y a través de ellos varié un poco el rumbo de mis lecturas y ahí me encontré, en los libros, obviamente, y no en la redacción, a andré malraux, primero con sus antimemorias y luego con toda su obra, sobre todo los conquistadores y la condición humana, y me puse a experimentar la literatura política de deveras pero no pude, y mejor volví a mis lecturas y en alguna conversación en la redacción de el día hablé de mis lecturas de la onda y mencioné a avilés fabila y fue como mentar la soga en casa del ahorcado

pero bien ahorcado

porque resulta, y déjenme contarles, que en el día avilés fabila tenía tache, pero tache de a deveras, porque decían en los pasillos que ramírez y ramírez le había comprado varios ejemplares a rené cuando promovía su novela antes de terminarla y luego en el libro le daba en toda la madre, y don enrique, como alarcón en el heraldo le llamábamos don ga, por aquello de el padrino, era de muchos resentimientos y decía que rené lo había traicionado porque lo presentaba en el libro como un político trapecista que había salido del partido comunista y se había pasado al pri por obra y gracia, y algo de dinero, de lópez mateos para fundar un periódico de izquierda y para crear en el pri un espacio de izquierda, válgame dios, pero así eran las cosas entonces, y por eso don enrique estaba que echaba chispas contra rené porque ese libro, la primera novela que publicó, se llamaba los juegos y este año de dos mil siete cumple los cuarenta años de edad, estas son las mañanitas, ni madres, así no es pero de todos modos cuarenta años son muchos y la novela ahí está todavía, disfrutable porque todos los protagonistas siguen vivos, bueno algunos algo tarados ya pero cuando menos respirando, y el ambiente es el mismo, el de las mafias y los clanes;

y así fue como entré en contacto literario con rené y de ahí me seguí de frente, aunque debo de confesar que me gustaron más las novelas y los cuentos, y nunca quedé satisfecho con las viñetas o la línea fantástica, porque yo le exigía como lector literatura de la realidad, no las ficciones en el vacío, y de entre todas me quedé para siempre con tantadel, para mi gusto la mejor de sus novelas porque capta con precisión y profundidad

qué serio me puse

los tres espacios de la creación, a saber, dos puntos y seguido, el ambiente, el lenguaje y los personajes, y me enamoré de tantadel, aunque cada vez que quiero hablar de ella con rené me manda por un tubo, no sé qué resentimientos tiene contra ella o contra la novela, pero me importa poco porque he comenzado a escribir una novela que se va a llamar la prima de tantadel y les juró que sí existió y que será una novela que va a dar qué decir aunque sea que le digan que no sirve pero será un homenaje a tantadel y a su época y ciertamente un reconocimiento a la capacidad literaria de rené, aunque a él le gusta hablar más de el gran solitario de palacio, que fue la novela de dictadores que le ganó en tiempo, espacio y temática a garcía márquez, alejo carpentier y augusto roa bastos y después vargas llosa y su chivo en cristalería, una novela, la de rené, completa, circular e irrepetible;

y luego vinieron los cuentos y novelas cuya lista la pueden ustedes consultar en el diccionario bibliográfico de escritores de méxico de la unam, porque aquí sólo vengo a hablar de las obras que me gustan de rené y de la vida en méxico en el periodo presidencial de avilés fabila y su gabinete formado por el triunvirato de agustín, de la torre y sáinz, aunque cada uno marchó por su lado y en aquellos años nizanianos los tres eran cuatro y se movían en manada en medio de la selva de asfalto

qué mamón me oí

de la república de las letras, todos ellos presentados por sí mismos en la autobiografía de jóvenes autores que promovieron emmanuel carballo y empresas editoriales, y en donde se publicaron los textos de agustín y sáinz y no sé por qué avilés y de la torre no, quizá porque ya se sentían viejos, aunque avilés escribió mucho después una larga autobiografía en tres partes memorias de un comunista (manuscrito encontrado en perisur), recordanzas y nuevas recordanzas, libros que, en efecto, aparecieron tarde, cuando las autobiografías carecen de frescura y casi siempre pontifican, aunque rené no ha perdido su sentido del humor, pero me hubiera gustado haber leído su autobiografía entonces, sobre todo su paso por el partido comunista, su amistad con revueltas y su encuentro con agustín y de la torre, aquéllos años en los que tenía poco más de veinte años y nizan no podría decir que habían sido los años más hermosos de su vida;

porque rené comenzó a publicar ya grande, bueno es un decir, casi a los treinta años, por ejemplo, de los tres ninguno salió en 1974 y él los otros dos ya estaban creciditos y rené tenía treinta y cuatro y agustín treinta y gerardo era el más viejo con treinta y seis años y para esa edad ya sabían escribir mejor, mucho mejor, porque cuando truman capote publicó otras voces, otros ámbitos, dijeron en las primeras críticas que la novela no estaba mal y que destacaban sobre todo que el autor, tan joven como sus veintitrés años, sabía escribir, y capote luego los fustigó con el látigo de dios en su texto de presentación de música para camaleones diciendo que cómo diablos no sabría escribir si desde la adolescencia escribía todos los días con disciplina, como el vargas llosa de las ocho horas diarias de escritura para soltar el brazo y calentar la máquina antes de entrarle formalmente a la escritura de sus textos publicables

para que aprendan

pero en el fondo quiero hablar de los contextos, porque los estilos literarios ahí están, englobados formalmente en lo que se llamó literatura de la onda, pero no por formalidad literaria sino por hueva y a veces por fastidiar al prójimo porque si se revisan los dos libros antológicos que lanzaron a los jóvenes ahí no hay una caracterización formal, los dos presentados por margo glantz, el primero, narrativa joven de méxico, en mil novecientos sesenta y nueve, y el segundo, onda y literatura en méxico: jóvenes de 20 a 33, de mil novecientos setenta y uno, y en ambos destacando dos cosas, primero, que no hubo realmente una generación de la onda, si acaso, hubo una generación de jóvenes que irrumpió con temas diversos, entre ellos el del ambiente de los jóvenes, y segundo, que hubo por ahí una temática que quiso rescatar el ambiente de ruptura del sesenta y ocho, sobre todo en algunas páginas de gerardo de la torre sobre el ambiente obrero, al fin de cuentas que él había sido obrero en el sindicato petrolero;

¡un hijo de fidel velásquez!

y que los únicos que realmente crearon un estilo de la onda fueron agustín y sáinz y que sus obras resultaron tan fuertes que confundieron a los analistas huevones que ahora hablan de la literatura de la onda lo que en realidad fue literatura de jóvenes, porque ahí estaban la seriedad de juan tovar, aguilar mora, manuel echeverría, carlos montemayor, josé emilio pacheco, y algunos otros que nada tenían que ver con la onda y, eso sí, con suficiente calidad literaria en lo que llamaríamos la literatura formal pero escrita por jóvenes, y al final contribuyó el libro de los tres ninguno para dejar una lectura más o menos homogénea de los tres, más sáinz después, de un grupo de escritores con fuerza suficiente para romper la tradición literaria del respeto a los mayores, y a ello contribuyó, sin duda, rené, con los juegos, esa parodia del mundo intelectual dominado por los mandarines sartreanos de la cultura y que fue leída como una severa crítica contra el esnobismo intelectual y sobre todo contra el jefe de la mafia de entonces, carlos fuentes, y su escudero monsiváis;

y esa literatura, más que de la onda, debió haber sido asumida como de ruptura, en donde se mezclaban la juventud de sus autores, la temática de la adolescencia, el desmoronamiento del mundo feliz del priísmo

el no sabíamos de compadre lobo

atacado fieramente no desde la izquierda sino desde la literatura, el lenguaje rupturista que copiaba el caló de la clase media dominante, el manejo arbitrario de las estructuras narrativas convencionales, yendo aún más allá de joyce y mostrando una lectura libre de shandy, todo ello con perfiles del ambiente político y social de entonces, porque la tumba puede leerse como el aviso de lo que ocurría en el sesenta y ocho, la depresión juvenil algo sartreana, y no sé si ya se sabía pero en la novela de agustín huelo mucho a sartre, al mandarín de la rivera izquierda del sena, y en los juegos leí una bofetada a la burguesía intelectual de quienes se decían revolucionarios, el tal fuentes, y escribían a favor de cuba y de la revolución cubana y adoraban a fidel castro y se codeaban con el socialismo, pero a la hora de la verdad no eran más que unos cochinos burgueses priístas ajenos a la realidad de la clase obrera, y eso lo sabía rené por su militancia entonces en el partido comunista mexicano y sus lecturas de marx y su trotskismo muy al estilo del kundera de hoy, y todo eso lo volcaba en sus textos, mientras los demás se burlaban del mundo sin encontrar un espacio a gusto;

¿y parménides?

y los lectores éramos también jóvenes entonces, como nizan, pero nizan murió joven y ya no le dio tiempo revisar sus posturas de la juventud, y nosotros aquí estamos viendo hacia atrás, cuando éramos felices e indocumentados, cuando el mundo nos pelaba los dientes y todos queríamos hacer la revolución socialista porque parecía la moda de entonces o porque era la fuga a la izquierda del mundo priísta que nos agobiaba, porque entonces, diría después luis javier garrido, todos éramos priístas hasta demostrar lo contrario, y porque el sesenta y ocho no influyó por aquellos días a los autores pero de alguna manera se colaba el ambiente de depresión política en los ambientes o en el repudio al stablishment, comenzando por el ambiente familiar, pero en el caso de rené había una especie de sendero previsible mezclando la literatura de escenarios políticos con la fantástica como una forma de crítica de la realidad y también su línea clasemediera, humor, crítica y rebeldía, todo mezclado en una capacidad creativa impresionante por su número y diversidad, y ahora que lo pienso veo hacia atrás líneas literarias diferentes, rené con sentido de crítica al sistema, agustín con la temática de una clase media en descomposición y a punto de reventar hacia dentro y de la torre con el ambiente obrero visto desde una literatura de un autor con formación marxista aunque sin la militancia de rené, tres realidades distintas sin ningún dios verdadero, pero a la vez aprehensibles en una posible misma lectura;

y aquí estamos, a más de cuarenta años de la primera obra de esa generación, la tumba, publicada en mil novecientos sesenta y cuatro, cuando el reinado priísta cambiaba de presidente, de uno que se dijo de extrema izquierda dentro de la constitución pero resultó de la peor derecha represiva, al arribo del personaje sublime del sesenta y ocho, el gustavito de lópez mateos, el díaz ordaz que canalizó su odio a sí mismo en represión sistémica,

órale…

el chango de la política que destruyó la estabilidad para fortalecer su poder, no el poder, sino el poder, en ese sesenta y cuatro de nuestro descontento comenzó esa generación de jóvenes que sigue hoy dando lata y que en su momento fijó una ruptura generacional y creativa, y cuyas obras se siguen leyendo con deleite por su frescura, aunque la clase media de ayer ya no exista hoy y todos están jodidos, sumidos en sus crisis, ajenos al país de hace cuarenta años cuyo colapso social fue retratado, sin duda, con mayor precisión por parménides garcía saldaña, el más reventado de todos, el que asumió sin pudor el escenario de la onda en su ensayo por la ruta de la onda, que se definió a sí mismo como producto de la literatura de la onda que los demás rechazaron, que murió antes de tiempo, ya cuarentón, viviendo su mundo particular y aparte con un consumo casi religioso de la droga, pero que dejó dos obras maestras: su novela pasto verde con referencias a lo que ustedes ya saben, y el cuento el rey criollo un homenaje igualmente criollo al rey del rock, al dios de la música rockera, textos que comenzaban poniendo juego y luego se dejaban ir como en un viaje de aquellos que ustedes también ya saben;

y por eso nos encontramos aquí, para revisar la obra de rené y para exigirle que ya deje de huevonear y que regrese a la literatura de desafío, de las bofetadas al por mayor, que el ambiente literario de hoy está de dar pena, que hacen falta, diría stendhal,

¿cómo la ven?

novelas y cuentos que suenen como pistoletazos en un teatro, en el teatro de nuestros conformismos, que la generación nacida en el decenio treinta y ocho-cuarenta y ocho se nota hoy muy complaciente, que creo que nadie como ellos podría darnos la gran novela del colapso del sistema, ellos que vivieron la crisis, que dónde está la literatura de la alternancia partidista,

cristóbal nonato fue de hueva

la novela del foxismo, el cuento del plantón, la gran obra maestra de la crisis económica, la historia literaria del asesinato de colosio, por qué no le han entrado al desafío de escribir la novela del salinismo, dónde están nuestros escritores de la realidad, el méxico lopezobradorista los espera, si alguien los ve díganle que los extrañamos, porque lo peor de la crisis de méxico es la miseria de su literatura, y leo obras de escritores de aquella generación y los noto cansados, olvidándose a sí mismos, sin la frescura de la pasión rupturista de sus tiempos jóvenes, en muchos hasta su lenguaje se percibe convencional, por eso creo que seguimos anclados en el pasado;

pero ese pasado se nos convierte en presente y ahí es donde percibo todavía el desafío de rené y su pasión por seguir escribiendo con la misma fiereza que antes, pero, y va de crítica, me gusta más cuando platica la realidad o cuando escribe su entorno en textos periodísticos, como que es necesario desperezarse, porque sería de buena onda que los escritores maduros, hoy en la tercera edad de sus posibilidades

viejos, los cerros

pueden ser nuevamente los jóvenes que sacudan la modorra a los jóvenes de hoy que escriben como viejos aspirantes a nuevos mandarines de clanes, y que despabilen la literatura como antes lo hicieron, sobre todo cuando algunos conservan el ánimo, el estilo y las ganas, pero parece que quieren ser hoy los doctos que en los sesenta representaban los viejos de entonces, a los que ellos criticaban sin piedad, como si el mundo fuera circular y se cumpliera la maldición de que como me ves te verás, total, que nada pierden con regresar a sus orígenes y convertir su literatura en cargas de profundidad para golpear debajo de la línea de flotación de la república literaria de hoy que refleja en su seno, como corresponde, la crisis de la república priísta en proceso de desmoronamiento, y a ellos los veo muy campantes, ajenos a esa realidad, a pesar de que pueden contribuir, maoísmo puro, a acelerar las contradicciones, y que esperamos los juegos ii y el gran payaso de palacio o cosas por el estilo, porque existe la garantía de que rené sigue vigente en su rebeldía contra el mundo y el stablishment y por tanto su capacidad creadora aún tiene para dar de sí, sólo es cuestión que se decida a escribir la gran novela de la realidad transmilenaria y el cuento de la segunda ruptura generacional,

total, que tanto es tantito…